Cerámicas (Segunda Generación)

Las biocerámicas se introducen en una época (década de los 70) en la que comenzaban a detectarse fracasos en los biomateriales utilizados hasta ese momento, como eran el acero, aleaciones de cobalto y polimetil metacrilato.

De los biomateriales cerámicos, a primera vista podría pensarse que su principal ventaja es su baja reactividad química, por tanto, su carácter inerte, que conlleva una clara biocompatibilidad. Pero no todas las biocerámicas son inertes y, de hecho, muchos materiales cerámicos que se utilizan en cirugía reconstructiva son bioactivos.

El fracaso se debía, entre otras razones, a la encapsulación de estos materiales, lo que hizo dirigir la mirada hacia las cerámicas, en un intento de buscar una buena oseointegración. Sin embargo, la fragilidad de las biocerámicas restringió, en gran medida, su campo de aplicación, seleccionando sólo funciones que no necesitaran elevadas prestaciones mecánicas, a excepción de la alúmina y la zirconia, que se emplearon y emplean en articulaciones de cadera. Hay que tener presente que las biocerámicas podrían ser los biomateriales ideales, ya que poseen una buena biocompatibilidad y oseointegración y, a su vez, son los materiales más parecidos al componente mineral del hueso. Es muy frecuente utilizar los tres tipos, metálicos, cerámicos y poliméricos, en la fabricación de una prótesis.


Entre los cerámicos bioreabsorbibles, destacan la hidroxiapatita (HA) porosa, el fosfato tricálcico y el cemento de hidroxiapatita.

Hidroxiapatita de segunda generación

Presenta buenas propiedades como biomaterial, tales como biocompatibilidad, bioactividad, osteoconductividad y unión directa al hueso. Uchida y colaboradores, en 1992, también confirmaron la capacidad de la hidroxiapatita porosa como soporte en la liberación sostenida de medicamentos, que presenta como ventaja frente a los polímeros que  tiene alta biocompatibilidad, no tiene lugar el deterioro térmico de la droga o medicamento, toda la droga o medicamento es liberado, no quedando parte del mismo atrapada en el compósito, la liberación ocurre en un periodo más largo, presentan gran estabilidad mecánica y la liberación puede ser controlada teniendo en cuenta el tamaño de poro de la cerámica.

Nolan y colaboradores en (1993), también ensayaron con hidroxiapatita de calcio en sistemas liberadores.

Por otro lado, la hidroxiapatita porosa coralina HAP-200 ha sido evaluada con excelentes resultados como material de implante óseo en cirugía reconstructiva, tanto en odontología como en ortopedia, neurocirugía y otras especialidades y ha comenzaron a ensayarse como soporte para la liberación de antibióticos en el tratamiento de lesiones sépticas del tejido óseo.



Vidrios bioactivos

Dichos materiales se elegían debido a que eran bioinertes (es decir, se buscaba que no interaccionara con el organismo por considerarse lo más adecuado). Pero debido a que realmente no existe ningún material que no reaccione con el organismo, estos materiales propiciaban reacciones de encapsulación y en el caso de los metales, corrosión. Además, los metales, que son más fuertes y rígidos que el hueso, promueven la resorción ósea mediante la protección del esqueleto de alrededor de sus niveles de estrés normales. Como consecuencia, el implante se acaba aflojando haciendo necesaria otra intervención quirúrgica.

Desde su descubrimiento, el Bioglass®, un vidrio bioactivo de silicio, (1985 utilizado por primera vez en medicina) ha sido el vidrio bioactivo más investigado para aplicaciones médicas, así como el más usado. Los niveles de silicio juegan un papel de vital importancia en lo referente a la unión y formación del nuevo hueso, demostrando que la rapidez del proceso puede variar en función del porcentaje del elemento (siendo más lenta cuanto mayor es el porcentaje de silicio en el vidrio, pudiendo llegar incluso a no presentar unión directa entre el material y el hueso).

Los vidrios de fosfato también se han desarrollado para uso médico. Debido a que sus constituyentes están presentes en la fase orgánica mineral del hueso, poseen una afinidad química con el mismo. La solubilidad, al igual que los vidrios de silicio, puede ser controlada modificando su composición, y por lo tanto tienen una potencial aplicación como materiales reabsorbibles. 

Este tipo de vidrios se degrada más rápidamente debido a su baja durabilidad química y, por lo tanto, son capaces de convertirse completamente en un material de tipo HA. Además, se ha demostrado que son también capaces de soportar la proliferación celular, así como procesos de diferenciación in vitro. La preocupación con el uso de este tipo de material radicaba en la posible toxicidad que pudieran presentar los iones de borato que se liberan al medio. Sin embargo, se ha demostrado que no resulta tóxico a las concentraciones a las que sería usado y por lo tanto en este aspecto, sería seguro su uso.



Polividrios

Los vidrios y vitrocerámicas bioactivos apuntan otra utilidad en el campo de las cerámicas, la posible eliminación de células cancerígenas en huesos, mediante el método de hipertermia. Este método consiste en un calentamiento selectivo sobre una determinada zona. Por encima de 43ºC, las células cancerígenas, con menos vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas, por tanto, menos oxigenadas que el resto de las células, son las primeras en morir cuando se les aplica un tratamiento térmico. Si éste es selectivo, esto es, 43ºC con un control en el tiempo de aplicación, se puede conseguir atacar a las células cancerosas sin alterar a las células sanas. La inclusión de agregados de material ferro o ferrimagnético en los vidrios y vitrocerámicas bioactivos es una posible solución a este problema. Por un lado, se logra la unión y crecimiento de hueso con la vitrocerámica bioactiva y, por otro, un aumento controlado de la temperatura mediante el ciclo de histéresis del material magnético y las corrientes de Foucault inducidas por un campo magnético externo variable con el tiempo.



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